Tras las elecciones regionales del mes pasado, en los que el partido, a pesar de ser el único grupo que subió un diputado en el parlamento asturiano, no consiguió ganar las elecciones asturianas, objetivo principal marcado para esta campaña; llega la hora de intentar analizar que es lo que se ha hecho bien y que no desde la perspectiva de los amantes de la libertad e intentar pronosticar que pasara ahora.
Ovidio Sánchez, candidato por tercera vez al gobierno autonómico, con toda probabilidad se mantendrá a la cabeza del partido y del grupo en el parlamento, “por lo menos hasta las elecciones generales”. Supuestamente así se lo habría pedido el propio Mariano Rajoy que no querrá que haya jaleos ni luchas por el poder en ninguna parte de todo el país ante los comicios generales cruciales para el futuro de la nación española y las libertades.
Esto sería una apuesta por un “cambio tranquilo” dentro del partido, en el que la actual dirección tendría el respaldo de la diputada por Asturias Alicia Castro, que adquiriría las competencias que actualmente desempeña en la secretaria general Reinerio Álvarez, al cual algunos culpan de la perdida de votos en las circunscripciones de oriente y occidente y acusan de mostrar escaso apoyo a las juntas locales; pasando este a segunda línea pero manteniéndose en el cargo hasta el próximo congreso regional que se celebraría en Octubre de 2008 (siempre y cuando no se adelantaran las elecciones generales algo improbable tras el total fiasco del acercamiento del gobierno socialista a ETA).
¿Ha sido perfecto el comportamiento de la actual cúpula asturiana? Por supuesto que no. Atrás quedan las acusaciones de caciquismo a la hora de elaborar listas locales, de no contar con la opinión de la mayor parte de la organización a la hora de tomar las grandes decisiones, de cierta altanería con respecto a los dirigentes locales, de apartar durante años a nuevas generaciones y a sus dirigentes de la primera línea de actuación del partido, de rodearse de un grupo cerrado de colaboradores y desconfiar de las aportaciones de muchos ajenos al mismo, de proponer medidas claramente socialistas e intervencionistas camufladas de propuestas liberales, hacer guiños suicidas a los lobbys y a las mafias sindicales...
Pero a pesar de todo ello, hemos de admitir que en un Partido Popular como el astur, que históricamente se ha dedicado a intentar adelantar al PSOE por la izquierda, jugando a ver quien es más socialista, en esta ultima etapa hemos tenido la suerte de contar con el intento de Ovidio Sánchez de llevarlo aunque sea minimamente por el sendero de la libertad y la prosperidad del mercado. Sus puntos negros no deben eclipsar este mensaje enérgico y nuevo a “lo Sarkozy” que se intento transmitir. La rebaja impositiva, la promesa de liberalizar sectores para acabar con la corrupción de los chiringuitos, la fe en que el futuro pasa por una Asturias competitiva en un mundo global y no por la Asturias mendiga de la cada vez más totalitaria UE y de los “presupuestos públicos”; no deben ser desechadas como la causa del problema sino como la única solución, tanto justa como posible.
Quien tome el relevo debe de tener esto en cuenta y aprender tanto de los errores como de los aciertos de Ovidio Sánchez y su equipo, porque cada vez hay menos oportunidades para finiquitar este socialismo vampírico que se alimenta de las esencias de los ciudadanos asturianos con mentiras y palabras bonitas pero huecas, cada vez más el tipo de electores que podrían asimilar este discurso, la gente joven, productiva y abierta de mente, se ve obligado a emigrar en busca de futuro, tal como hicieron una vez nuestros abuelos (pero en sentido contrario). Pronto los inútiles, los que aun viven votando según sucesos de hace décadas y los caraduras adictos a la “teta pública” tendrán la suficiente mayoría para perpetuar este régimen despótico.
Para los liberales asturianos, lo prudente ante este proceso de “cambio tranquilo” que se avecina es mantener la cautela propia de los hombres racionales y exponer muy claramente nuestra postura.