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sábado, septiembre 20, 2008

martes, agosto 19, 2008

El Mito del hombre, el asesino - Rebatiendo la visión Hobbesiana del hombre

Por Eric S. Raymond
Traducción: Roberto Hoyos


Uno de los errores más peligrosos de nuestro tiempo es la creencia de que los seres humanos son característicamente animales violentos, apenas restringidos de cometer atrocidades el uno al otro por las limitaciones de la ética, religión y el Estado.

Parecería raro para algunos disputar esto, dado el aparente e incesante flujo de reportes de atrocidades de Bosnia, Somalia, Líbano y los Angeles, que sufrimos cada día. Pero, de hecho, un pequeño estudio de etología animal (y cierta aplicación de métodos etológicos en el comportamiento humano) basta para demostrar la imparcial mente que los seres humanos no son especialmente animales violentos.

Desmond Morris, en su fascinante libro ManWatching (Nota del T.: ISBN 0810913100), por ejemplo, muestra que el instintivo estilo de pelea de los seres humanos parece ser bastante cuidadosamente optimizado para impedir que nos lastimemos el uno al otro. Filmes de pleitos callejeros muestran que pelea "instintiva" consiste, en gran medida, en empujones y manotazos al área de la cabeza/hombros/costillas.

Es notablemente difícil lastimar a un ser humano en esta manera; las áreas de blanco preferidas son mayormente hueso, y el estilo instintivo de golpeo da muy poca fuerza por el esfuerzo dado. Es iluminador comparar este comportamiento trastabillante al golpe concentrado a las áreas suaves, de un artista marcial, que habiendo aprendido a nulificar el instinto, puede fácilmente matar de un sólo golpe.

Es también un hecho, bien conocido para los planeadores militares, que algo así como el 70% de las tropas en su primera situación de combate con armas de fuego se encuentran congelados, incapaces de jalar el gatillo contra un enemigo en vivo. Requiere de entrenamiento e intensa-resocialización, para hacer soldados a partir de reclutas inexpertos. Y es notable señalar, a lo que regresaremos posteriormente, que esa dicha socialización tiene que concentrarse en hacer que aquél que está siendo entrenado obedezca órdenes y se identifique con el grupo. (El Mayor David Pierson del ejército de los EE.UU. escribió un iluminador ensayo en este tópico en el Military Review de 1999).

La violencia criminal está fuertemente correlacionada con el hacinamiento y el estrés, condiciones que cualquier biólogo sabe pueden volver loco inclusive a un ratón de laboratorio. Para ver el contraste claramente, comparen una manifestacion urbana con respuestas post-huracán o de inundación en áreas rurales. Encarados con el desastre común, es más típico de los seres humanos unirse que dividirse.

Seres humanos individuales, fuera de una pequeña minoría de sociópatas y psicópatas, no son, simplemente, asesinos naturales. ¿Porqué, entonces, es la creencia de malicia innata tan presente en nuestra cultura? ¿Y qué es lo que nos está costando esta creencia?

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Las raíces históricas de esta creencia no son difíciles de rastrear. La historia judeo-cristiana de la creación clama que los humanos existen en un estado caído y pecaminoso; y la Génesis narra dos grandes actos de revuelta contra Dios, el segundo siendo el primer asesinato. Caín mata a Abel, y heredamos la marca de Caín, y el mito de Caín --la creencia de que todos somos en el fondo asesinos. Hasta el siglo veinte, la judeo-cristianidad tendió a concentrarse en la primera; la manzana de la serpiente, popularmente, si no es que teológica, con el descubrimiento de la sexualidad. Pero como los tabúes sexuales han perdido su vieja fuerza de prohibición, la marca de Caín se ha hecho más importante en la idea judeo-cristiana del 'pecado original'.

Las mismas iglesias y sinagogas que bendijeron "guerras justas" en siglos pasados se han convertido en fuertes de pacifismo ideológico.

Pero hay una segunda, posiblemente más importante fuente del mito ombre-como-asesino en el que la filosofía de la Ilustración --La descripción de Thomas Hobbe del estado de la naturaleza de "la guerra de todos contra todos", y el naturismo reaccionario de Rousseau y los Románticos post-Ilustración. Hoy esas visiones originalmente opuestas se han fundido en una visión de la naturaleza y la humanidad que combina lo peor (y lo menos factual) de ambos.

Hobbes, escribiendo una racionalización del sistema de monarquía absoluta bajo los reyes estuardos de Inglaterra, construyó un argumento de que en un estado natural sin gobierno los deseos de los seres humanos que entran en conflicto pondrán a cada hombre contra su vecino en un baño de sangre sin fin. Hobbes refirió y asumió la "violencia salvaje" como el estado normal de los humanos en lo que los antropólogos llaman ahora sociedades pre-Estado; ese mismo término, de hecho, refleja el mito Hobbesiano.

La falla obvia en el argumento de Hobbes es que malinterpretó una condición suficiente para suprimir la "guerra" (la existencia de un Estado central fuerte) como necesaria. Subestimó la innata sociabilidad de los seres humanos. Los récords antropológicos e históricos se permiten numerosos ejemplos de sociedades "pre-Estado" (inclusive poblaciones multilingüistas muy grandes) las cuales, mientras violentas contra los fuereños, exitosamente mantuvieron la paz interna.

Si Hobbes subestimó la sociabilidad del hombre, Rousseau y sus seguidores la sobreestimaron; o, al menos, sobreestimaron la sociabilidad del hombre primitivo. Al contrastar la nobleza y la tranquilidad ellos clamaron ver en natural estado rural, y el Noble Salvaje con la muy evidente suciedad, pobreza y hacinamiento en las crecientes ciudades de la Revolución Industrial, secularizaron la Caída del Hombre. tal como todavía lo hacen sus descendientes espirituales, pasaron de largo el hecho de que los pobres de la urbe habían votado por unanimidad con sus pies para escapar de una todavía más desagradable pobreza rural.

El mito rousseano del hombre tecnológico como una horrible costra de cara a una naturaleza prístina se ha vuelto tan presente en la cultura occidental hasta desplazar largamente la vieja y opuesta imagen de la "Naturaleza, roja en colmillo y garra" de la mente popular. Quizá esto fue natural al adquirir mayor control de la naturaleza por parte de los humanos.; protección de la hambruna, la plaga, hórrido clima, depredadores, y otras inconveniencias de la naturaleza incentivaron la ingenua ilusión de que sólo la suciedad humana hace del mundo un lugar duro.

Hasta finales del siglo XIV y principios del XX, la visión rousseana del hombre y la naturaleza fue un lujo confinado a los intelectuales y los ricos holgazanes. Sólo hasta que el incremento en la urbanización y riqueza promedio aisló la mayor parte de la sociedad de la naturaleza empezó a ser una base inarticulada e inexaminada de creencia popular y académica. (En su libro "War Before Civilization" N.d.T.: Guerra antes de la Civilización, Lawrence Keeley nos ha dado un vigoroso análisis de la forma en que el mito rousseano redujo grandes despliegues de antropología cultural a balbuceos cegadores sin sentido).

En realidad, la Naturaleza es una arena violenta de competición intra e inter especies en la que el asesinato por ganancia es un evento cotidiano y las fluctuaciones ecológicas comúnmente llevan a muerte masiva. Sociedades humanas, fuera de tiempos de guerra, son casi milagrosamente estables y no violentas por constraste. Pero el prejuicio inconsciente de incluso occidentalistas educados hoy en día es probable que sea que lo contrario es verdadero. La visión hobbesiana de "todos contra todos" ha sobrevivido solamente como una descripción del comportamiento humano, no del estado más amplio de la naturaleza. La ecología 'pop' ha reemplazado a la teología pop; el nuevo mito es del hombre "el simio asesino".

Otro, más obscuro tipo de romanticismo está trabajando también. Para una persona que se siente fundamentalmente impotente, la creencia de que uno es de cierta forma intrínsecamente mortífero puede ser una ilusión alambicada. Sus mercadólogos saben muy bien que la fantasía de la violencia vende no para los realizados, los ricos y los sabios, sino más bien para rudos trabajadores atrapados en trabajos sin salida, para adolescentes frustrados, a los retirados - los marginados, los solitarios y los perdidos.

Para estas personas, el mito del simio asesino es un consuelo. Si todo lo demás falla, ofrece la obscura promesa de un arrebato mortífero final, desatando el asesino mítico interno que expresa todas esas agravamientos en una catarsis vengativa y sangrienta. Pero si siete de cada diez humanos no pueden jalar del gatillo en un enemigo que del que tienen toda razón para creer está tratando de matarlos, parece poco probable que 97 de cien pueda asesinar.

Y, de hecho, menos de una mitad del uno porciento de la población humana siquiera mata en tiempos de paz; los asesinos son más que una orden de magnitud menos comunes que accidentes fatales en casa. Sobre todo, todos salvo un desvanecientemente pequeño número de asesinatos son ejecutados por hombres, entre las edades de 15 y 25 [1], y la abrumadoramayoría de esos por hombres que no se han casado. Las probabilidades de que alguien sea asesinado por un humano fuera de este margen demográfico son comparables con las probabilidades de ser asesinado por un rayo.

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La guerra es la gran excepción, la gran legitimadora de muerte, la única arena en que humanos ordinarios se convierten en asesinos. La prevalencia especial del mito de un simio asesino en nuestro tiempo sin duda debe algo al horror y la visibilidad de las guerras del siglo XX.

Campañas de genocidio y represiones como las del holocausto Nazi, las hambrunas de ingeniería de Stalin, las masacres de Ankha en Camboya, la 'limpieza étnica' en Yugoslavia se imprime incluso más en la mente popular que la guerra como soporte del mito del hombre asesino. Pero no deberían; tales atrocidades son invariablemente concebidas y planeadas por selectas, pequeñas minorías por mucho más pequeñas que el 0.5% de la población.

Hemos visto que en circunstancias normales los seres humanos no son asesinos; y, de hecho, la mayoría tiene instintos que hacen extremadadamente difícil para ellos estar en violencia letal. ¿Cómo reconciliamos esto con el continuo patrón de violencia humana en la guerra? Y, para replanteamiento de una de nuestras preguntas originales, ¿que nos está haciendo la creencia en el mito del hombre asesino?

Pronto veremos que las respuestas a estas dos preguntas están íntimamente relacionadas - porque hay una comunidad crucial entre guerra y genocidio, y no comparadas con la comparativamente negligible letalidades de criminales y los individualmente locos. Ambas, la guerra y el genocidio, dependen críticamente en el hábito de matar bajo órdenes.

Pierson observa, reveladoramente, que las atrocidades "son generalmente iniciadas por tipos de personalidad sobrecontrolados en posiciones de segundos al mando, no por tipos de personalidad con poco control". También el terrorismo depende del hábito de la obediencia; no fue Osama bin Laden quien murió en los ataques del once de septiembre sino sus seguidores.

Esto fue parte de lo que Hannad Arendt estaba describiendo cuando, despues de los jucios de Nuremberg esgrimió su inolvidable frase "la banalidad del mal". El instinto que facilitó las atrocidades en Belsen-Bergen y Treblinka y Dachau no fue un disfrute de asesinatos a manos rojas, sino una no-crítica sumisión a las órdenes del macho alfa - inclusive cuando esas órdenes fueron para provocar horror y muerte.

Los seres humanos son primates sociales con instintos sociales. Uno de esos instintos es la docilidad, una predisposición a obedecer al líder de la tribu y otros machos dominantes. Esto fue originalmetne adaptivo; menos luchas por el status significaron más cuerpos capaces en la tribu o banda de cazadores. Era especialmente importante que machos solteros, hombres no casados de 15 a 25, obedecieran órdenes aun cuando esas órdenes involucraran riesgo y matanza. Estos solteros fueron cazadores tribales, guerreros, exploradores, y los que tomaban los riesgos; una banda florecerá mejor si son a la vez agresivos a los fuereños y prontos al control social.

En la mayor parte de la historia evolucionaria humana, el efecto multiplicador de la docilidad fue limitado por el pequeño número (250 o menos, usualmente mucho menos) de unidades sociales humanas. Pero cuando un solo macho alfa o grupo cooperativo de machos alfa pudo comandar los agresivos machos solteros de una gran ciudad o gran nación las reglas cambiaron. Guerra y genocidio se hicieron posibles.

De hecho, ni la guerra ni el genocidio necesitan más que un puñado comparativo de muertes - no más larga una cohorte que la mitad de un porciento o uno porciento de los que cometen violencia letal en tiempos de paz. Ambas, sin embargo, requieren de la obediencia de una gran población de apoyo. Fábricas deben trabajar horas extra. Los camiones de municiones deben ser conducidos donde las balas sean necesitadas. La gente debe estar de acuerdo en no ver, no escuchar y no notar ciertas cosas. Las órdenes deben ser obedecidas.

Los experimentos descritos en el libro de Stanley Milgram "The Perils of Obedience" [Los peligros de la obediencia. Nota del T.] demostraron como gente de otra forma ética puede ser inducida a torturar activamente a otra persona por la presencia de una figura autoritaria comandando y legitimizando la violencia. Pertenecen entre los resultados más poderosos y perturbadores en psicología experimental.

Los seres humanos no son asesinos naturales; muy, pero muy poquitos siquiera aprenden a disfrutar el asesinato o la tortura. Los seres humanos, sin embargo, son suficientemente dóciles que muchos pueden eventualmente ser enseñados a matar, a apoyar la matanza, o a consentir matar bajo las órdenes de un macho alfa, enteramente desasociándose de las responsabilidad del acto. Nuestro pecado original no es la capacidad de matar - es la obediencia.

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Y esto nos lleva a la razón final de la prevaleciancia del mito del hombre asesino; que propicia la obediencia y legitimiza el control social del individuo. El hombre que teme la "guerra" hobbesiana, que ve a cada uno de sus vecinos como un asesino en potencia, entrega casi cualquier cosa para ser protegido de aquéllos. Llamará por una mano fuerte desde arriba; se convertirá en el deseoso instrumento de la opresión de sus camaradas. Incluso podría permitirse ser convertido en un asesino de hecho. La sociedad será atomizada en millones de fragmentos temerosos, cada uno reaccionando al miedo de la fantaseada violencia individual al patrocinar las condiciones políticas para la violencia real a gran escala.

Incluso cuando el miedo a la violencia es menos agudo, el mito del hombre asesino sirve bien a las elites de todo tipo. Definir el problema central de la sociedad como la represión de una tendencia individual universal a la violencia es implicar una solución autoritaria; es negar sin examinación la proposición de que el interés individual y la cooperación voluntaria son suficientes para el orden civil. (Para citar un ejemplo actual, el mito del hombre asesino es una gran premisa inexamidada detrás del movimiento para el control de las armas).

En suma, el mito del hombre asesino degrada y ultimadamente le quita poder al individuo, y no provechosamente distrae la atención de los mecanismos sociales y los instintos sociales que de hecho soportan virtualmente toda violencia. Si todos somos asesinos innatos, nadie es responsable; la esporádica violencia de crimen y terrorismo y la más sistemática violencia de gobiernos (sea en Estados o sociedades pre-estatales, y en tiempos de guerra o de otra forma) es tan inevitable como el sexo.

Por otra parte, si reconocemos que la mayor parte de la violencia (y toda violencia a gran escala) surge de la obediencia, y especialmente de la comisión de violencia agresiva por machos solteros al mando de un grupo líderes machos alfa, entonces empezaremos a hacer preguntas más fructíferas. Como: ¿Qué podemos hacer, culturalmente, para romper esta cadena causal?

Primero, debemos reconocer el foco y alcance del problema. Por cualquier medida, la forma pre-eminente de violencia agresiva es la violencia por gobiernos, en cualquiera de sus formas explícitas como guerra y genocidio y en sus más o menos disfrazadas versiones en tiempos de paz. Tomen como un indicador el más pesimista estimado de la cuenta de muertos del siglo XX de agresión privada y pónganla contra las cifras más bajas de muertes por violencia promovida por el gobierno (esto es, cuenten sólo bajas de guerra, genocidios deliberados, y violencia extra-legal por órganos del gobierno; no cuenten las muertes incurridas en la coerción de incluso las más dudosas y opresivas leyes). Aún con estas asunciones obnubilando la razón al lado más bajo, la relación es claramente mil a uno, o peor.

Lectores escépticos de esta razón deberán aceptar que genocidios dirigidos por gobiernos tan solo (excluyendo la guerra por completo) se estima que han contado por más de 250 millones de muertes entre la masacre de los armenios en 1915 y las limpiezas étnicas de Bosnia y Rwanda-Burundi a finales de los 90's. Incluso la atrocidad del once de septiembre y otros actos de terrorismo, siniestros como han sido, son meras gotas contra los océanos de sangre derramados por la acción del Estado.

De hecho, la dominación de violencia por el gobierno alcanza muchisimo más de lo que la razón de mil a uno indicaría. Violencia del gobiernos sirve como un modelo y una excusa legitimadora no solamente para la violencia gubernamental, sino para la violencia privada también. La única cosa que los tiranos tienen en común es su creencia que, en su causa especial, la agresión está justificada; los criminales privados aprenden y se prosperan de este ejemplo. El contagio de violencia masiva se esparce por las mismas instituciones que fundan su legitimidad en la misión de suprimirla - aun cuando realizan la mayor parte de ella.

Y eso es en última instancia por qué el mito de el hombre el simio asesino es muy peligroso. Porque cuando temblamos del miedo ante el especrtro de violencia individual, disculpamos o alentamos violencia social; alimentamos los mitos autoritarios y las autojustificaciones que construyeron los campos nazis de la muerte y los gulags soviéticos.

No hay esperanza en el corto plazo para que podamos editar ya sea la agresión o la docilidad fuera del genoma humano. Y la violencia individual a pequeña escala de criminales y locos es una mera distracción de la horrorífica y vasta realidad que es el asesinato sancionado por el gobierno y la amenaza de asesinato sancionada por el gobierno.

Para dirigirse al problema real de una forma efectiva debemos entonces cambia nuestras culturas de tal forma que cualquiera de los machos alfa que se llamen 'gobierno' cesen de dar órdenes para realizar agresión, o que nuestros machos solteors cesen de seguir esas órdenes. Ni el consejo de Hobbes de la obediencia al Estado o la idolatría rousseana de lo primitivo puede dirigirse a la violencia central de la era moderna - muerte masiva patrocinada por el Estado.

Para terminar ese castigo debemos ir más allá del mito del hombre asesino y aprender a confiar y promover la consciencia individual de nuevo; reconocer y afirmar la predisposición individual de hacer elecciones pacíficas en el 97% de los no sociópatas; y reconocer lo que Stanley Milgram nos mostró; que nuestro señalamiento en el camino lejos de la violencia masiva reza: "¡No debo obedecer!"

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[1] Un contestatario ha disputado mi punto de que machos solteros cometen todos salvo un número desvaneciente de asesinatos, señalando que el "Uniform Crime Report Statistics" para el 2001 indica que sólo 45% de las muertes por las cuales la edad de perpetrador fue registrada fueron cometidas por machos en la cohorte de entre 15 a 25 años. Desafortunadamente para su objección, este reporte está construido muy parcialmente; no incluyen los resultados de endémica violencia civil que es rara en naciones ricas pero tan común en el Tercer Mundo. En general, parece ser el caso de que el macho soltero es ambos, el más predispuesto a la violencia y el menos resistente al control social -- así que en sociedades con y contextos con normas menos efectivas contra la violencia (y niveles más altos de ella en promedio) la parte perpetrada por machos solteros va para arriba. Del otro lado, la parte de violencia perpetrada por gente que no son machos solteros cambia menos. Cualquiera que dude esto está invitado a estudiar las manifestaciones violentas de Los ángeles y preguntarse a sí mismos cuál es dominante demográfico.

viernes, agosto 15, 2008

Judas se encabrona y me veta de su blog. Contestación a Resiliente sobre la libertad de armas



Voy a colgar un comentario que quise dejar en el blog de Judas en el post sobre maltratos domésticos - que comenté ayer -, pero no fui capaz. No sé si ha sido intencionado o un error, pero como de todas formas Judas me ha dedicado un párrafo insultante posiblemente porque el pobre este un poco trastocado por sus traumas personales, pues lo pongo aquí.

En primer lugar el comentario de Judas del que hablo:
"En tu casa escribe lo que te dé la puta gana, niñato, pero si no sabes ni en qué mundo vives no le faltes el puto respeto a los demás, mamón. Y sí, te llamo niñato y mamón porque alguien que escribe esto: «Pues si, señorita, hay algo que se llama responsabilidad personal.» como respuesta a las agresiones domésticas sólo merece desprecio. En cristiano, niñato mamón, que te vayas a la mierda. Que no eres bien recibido aquí".
Judas Hace referencia a mi contestación a una comentarista que afirmaba perlas como estas que yo califique como opiniones "femitontistas":
"Al final siempre se acaba escribiendo sobre el mismo tema: sobre la culpa que tiene una mujer que permite que el marido le pegue (hay tan, pero tan poca empatía en quien dice eso)"

"La pasividad se educa. Desde el inicio. Desde que a las niñas se las viste con falditas y vestiditos monos que dificultan los movimientos. Desde que te dicen que te sientes bien como una señorita. Desde que los niños ocupan el centro del recreo (¡están jugando al fútbol!) y las niñas la periferia, las esquinas. Desde que los anuncios de juguetes para ellas no muestran casi ningún movimiento y colores pasteles, todo muy dulce porque las mujeres tenemos que ser dulces -a mí han llegado a decirme que las tías que hablan de sexo no tienen glamour y que con las mujeres no se puede hablar de política porque no tenemos capacidad de abstracción: ahí queda eso- y los juguetes de los niños están llenos de acción y poderío".

Ya que Judas, estando en posesión de un legitimo derecho de propiedad sobre su bitácora, no me permite comentar en su blog, voy a colgar la contestación que ya tenia preparada y no pude publicar a uno de sus comentaristas, cuyo nick es "resiliente" y que escribió:

"No me parece justo pretender que los hombres somos malos con las mujeres y después reclamar que las mujeres sean defendidas por los hombres. ¿No somos iguales? Que se defiendan ellas. Cuando era niño y me agredían otros niños mayores ninguna mujer me defendió jamás. Mi madre me agredía físicamente casi todos los días impunemente".
"Desgraciadamente la actitud noble, valiente y encomiable del Sr. Neira no es acertada, en mi opinión, para los tiempos actuales".
"Yo he pecado en mi vida de ser demasiado valiente, especialmente defendiendo a los demás, y mi experiencia me indica que los demás “utilizan” a los valientes y los abandonan solos en la estacada. Ahora soy valiente solo para lo que me interesa".
"Cada uno que valore, con una profunda reflexión los pros y contras de sus acciones".

"Por cierto, coincido en muchas cosas con las ideas que expresa Kantor. Respecto de lo de llevar armas, comprendo porqué lo dice, pero creo que sería peor el remedio que la enfermedad. Lo que debemos hacer es exigir que se ejerza la autoridad adecuadamente y que los ciudadanos honrados se sientan protegidos y no al revés".

"Aunque mucho me temo que las cosas seguirán así. Parece que tenemos políticos con mala conciencia que se preocupan más de los derechos de los verdugos que de las víctimas. Y así nos va".

"Judas. Yo viví en un tiempo que las hostias se consideraban normales. No me gustaba que fuera así. Lo que sí es cierto es que apenas había delincuencia. Recuerdo que el enemigo público nº 1 en España era un robagallinas: El Lute".

"Yo también interioricé que podía merecer alguna agresión por parte de mi madre. Pero siendo un niño de 13 años pude aprender a liberarme de esa lacra y buscarme la vida por mi cuenta, lejos de la familia, sin ayuda alguna ¿no será más lógica que una persona adulta pueda hacerlo con más facilidad? El que es victimista siempre espera que otros le solucionen los problemas. Incluso puede llegar a acostumbrarse cómodamente a ello".
Y mi respuesta a Resiliente:

Si es cierto eso que dices, eres un autentico héroe. Sacar valor para hacer eso con 13 años y no caer en el victimismo que predican otros....

Aunque te equivocas en suponer que el mejor camino para proteger a las personas es reforzar la autoridad del estado y restringir la libertad de armas.

Si me lo permites, te recomiendo unas lecturas sobre eso.

Saludos
Ética y moral de la libertad de armas por José Carlos Rodríguez

Incapacidad estatal e inseguridad ciudadana
por Jorge Valín

La libertad de armas salva vidas
por José Carlos Rodríguez

"Los alemanes que deseen utilizar armas deberían afiliarse a las SS o a las SA. Los ciudadanos ordinarios no necesitan las armas, ya que la posesión de armas no resulta de utilidad al Estado".
Heinrich Himler

"Un hombre con un arma puede controlar a cien sin ellas".
Vladimir Ilych Lenin


"Este año marcará un hito en la historia. Por primera vez una nación civilizada tiene un completo registro de las armas. Nuestras calles serán seguras, nuestra policía más eficiente y el mundo seguirá nuestro liderazgo en el futuro".
Adolf Hitler, 1935


"Todo buen comunista debería saber que el poder político crece en el cañón de un arma. El partido comunista debe controlar las armas".
Mao Tse Tung

jueves, agosto 14, 2008

Maltrato, altruismo y no agresión

Hace algún tiempo yo tenia una conocida, era mayor que yo, y no había nada entre nosotros ni pretendía que lo hubiese (lo aclaro de antemano para evitar falsas suposiciones). Ella tenia un novio, con el que se iba a casar, que era fascista y un animal de bellota de esos que pueden pisarle la cabeza a casi cualquiera. Solía pegarla en medio de la calle delante de todo el mundo, ella lloraba, discutían, lo típico. Ella seguía con él. Ni se te ocurriera criticarle, porque era lo más. ¿Qué creéis que hubiera pasado si por un casual alguien hubiera intercedido en plan caballeroso en una de estas discusiones de sábado noche? Pues que le hubieran dado la paliza de su vida, y además hubiera sido un acto inútil puesto que ella hubiera seguido con él y se hubiera puesto en contra del héroe “por defenderla”. Si era conocido de ella, probablemente hubiera dejado de hablarle, en lugar de agradecerle el favor. ¿Qué quiero decir con esto? Que una cosa es cuando alguien se encuentra en una situación de maltrato no consentido de la que no se ve con fuerzas o medios para escapar debido al temor que le pueda infundir el maltratador, y otra cuando existen palizas y se aceptan en pos de un amor, sin duda vicioso, pero totalmente legitimo. Nadie tiene el derecho a meterse en la vida de otros e imponerles que es lo mejor para ellos. Por supuesto, si que se puede, o se debe (moralmente hablando en mi opinión) ayudar a aquellas personas que se encuentran en una situación así de la que no pueden salir por si solas, queriendo hacerlo.


Y es que hay personas a las que gustan este tipo de cosas, ¿Cuántas novias insoportables habéis tenido de esas que les encanta discutir por discutir? ¿Cuántas personas hay que mezclan sexo con violencia física de forma voluntaria? La cuestión clave es como discernir unos casos de otros, y esto no puede hacerlo alguien por su cuenta por encima de la voluntad de la persona perjudicada, porque sino nos cargamos directamente el argumento de la libertad humana, ya que esta línea de hacer el bien al prójimo por encima de su voluntad se puede estirar todo lo que se quiera hasta llegar al abierto totalitarismo. Una vez más tenemos que entender que defender un mundo libre no es igual a defender nuestra visión del mundo por encima de la de los demás, incluyendo aquello que es bueno para otros en contra de su voluntad y opinión. Como se suele decir la sarna con gusto no pica. Aunque a mi me parezca moralmente aberrante que se maltrate a otra persona en cualquier circunstancia, si este maltrato se acepta voluntariamente no tengo derecho a impedirlo por la fuerza, imponiendo mi visión de lo que es virtuoso o vicioso por la “dialéctica de las pistolas”, puedo intentar convencer a la otra persona de que ese camino no es bueno para ella, y si accede voluntariamente ayudarla a dar el paso.


La cuestión es ¿como diferenciar estos casos de otros que son mero teatro de personas que practican un amor pernicioso basado en el autosacrificio, y que en definitiva están haciendo lo que quieren voluntariamente en virtud de su vicioso código moral altruista? Supongo que es cosa de prudencia y de una virtud atrofiada bajo el místico yugo del estatismo: el sentido común.

Todo esto viene a razón de un artículo de Judas, en el que se encoleriza con un artículo del Erpayo bastante polémico, y que yo no conocía hasta ver la entrada de Judas (y es que no me leo toda Red Liberal, ni contesto a todo con lo que no estoy de acuerdo, porque siempre hay algo. Es lo que tiene ser la minoría de la minoría.) La verdad es que el tema del maltrato me resulta aberrante como la violación de derechos de propiedad de una persona que es, pero como no veo la televisión tampoco me afectan las locuras colectivas causadas por la propaganda de los medios, ni tengo un padre maltrador ni tengo pensado maltratar a mi esposa. Prefiero emplear mi tiempo en combatir crímenes que si que nos afectan a todos como el robo estatal, o el prohibicionismo. Cada cual elige sus prioridades en la lucha contra el crimen, me parece muy bien.


Me molesta que Judas relacione la ética de la libertad y al anarquismo de mercado con injuriosas opiniones vertidas, casi con toda seguridad por personas que no son ancaps en la bitácora de Erpayo. Pero se le disculpa porque es un tema que le toca demasiado en lo personal y ante estas cosas hay que ser algo más comprensivos porque cuesta ser objetivo.


Judas comente el error de confundir su caso, que sería el que he explicado antes de una persona que esta siendo maltratada reiteradamente (se posee conocimiento de ello, etc) y necesita ayuda para salir de ahí queriendo hacerlo, y el del tipo que se mete en medio de una discusión de desconocidos en contra de la voluntad de la “victima” (si ella consiente no es crimen, es contratación voluntaria). No es que el tío sea un feminazi o un “pagafantas capullo”, no. Simplemente es alguien con un sistema moral demasiado altruista, como acertadamente señala Eigen (el no ancap por decisión propia que quede claro a los quema-anarquistas):


La influencia del feminazismo se manifiesta en los programas -de tinte rosa o no- de los medios al comentar la noticia, ¡sin duda!, pero atribuirla al protagonista del suceso es pasarse tres pueblos u obsesión por ver al diablo por todas partes. No actuó correctamente, pero no por feminazismo, sino por intuir una obligación moral donde no la había.

Eso de "he llamado a la policía" o "voy a llamar a la policía" ha de decirse desde una ventana o desde el coche, o portando un arma... Debe asegurarse una posición de ventaja sobre el agresor. Lo demás es sacrificarse.

En fin, si Vd. se sacrifica y se somete a riesgos no puede exigir cuentas por ello al beneficiario de su sacrificio. Le toca aceptar el que la agredida esté también en contra suya. Quienes elogian el sacrificio buscarán también que otros se sacrifiquen por ellos. Por ello, los riesgos han de correrse cuando lo que se puede salvar se valora más que lo que se pone en riesgo, sin valorar reconocimientos potenciales que pueden no llegar.



Es decir, el tío, cegado por su moral altruista creyó que lo virtuoso era sacrificarse, ayudando a alguien que no le importaba nada, asumiendo un riesgo desproporcionado y además haciendo técnicamente mal su cometido. Debió hacer el juicio de sentido común al que antes nos referimos para diferenciar un maltrato no consentido de una movida rara entre dos viciosos consentida voluntariamente. Actuar como actúo siempre conlleva un riesgo, el de intrometerse en una relación consentida y convertirse en “el malo”, en lugar de en el héroe.

Pudiera ser que su mentalidad excesivamente altruista le llevara a correr demasiados riesgos sobre su persona por ayudar a alguien que no conoce de nada , pero eso no quita que la agresión del otro no deba de ser condenada, o incluso sea aplaudida, eso es vomitivo. El agredido es una victima del “maltratador”, la mujer que le defiende y acepta los castigos físicos no. El agredido no es un héroe, pudo haberlo sido si hubiera sido un verdadero maltrato no consentido. El asumió el riesgo con su acción de resultar lo uno u lo otro, no cabe aplaudir la acción fracasada en un caso con resultados no esperados, en base a la moral altruista, puesto que puede que el resultado de la acción sea la señal que nos indica que ese código moral en ese caso concreto no fue funcional. Pero tampoco cabe usar un malentendido como excusa para iniciar la agresión sobre otro. Podría interpretarse comúnmente el llamar a la policía contra un inocente como la iniciación del uso de la violencias por medio de agentes, pero en este caso opino que no, porque la duda podía llegar a ser razonable (normalmente la gente no se golpea entre si por gusto en plena calle), y además aviso de que había llamado a la policía, luego dejo margen de maniobra para eludir a los perros de presa gubernamentales.


Judas niega que se puedan dar casos de maltrato consentido, y que uno debe de ponerse en la situación de la otra persona, determinar que es lo mejor para ella por encima de su propia opinión y recurrir a papá estado si hace falta para que las cosas tengan que ser “como deben ser”. No conviene olvidar que es el mismo estado que mantiene una criminal prohibición de armas de fuego, acrecentando la ventaja física de un hombre fornido sobre una mujer. "Dios hizo a los hombres, John Colt los hizo iguales", reza el lema.


O sea, que cuando una mujer está enamorada, con lo que ello implica de irracionalidad (no sólo en cuanto no racional, sino a veces incluso contra la razón) el tipo puede encerrarla en casa y, entre paliza y paliza convencerla de que es una mierda de persona tal que nadie la va a querer más que sus puños, que sólo él la quiere, que le pega por amor y mil cosas más que destrozan mentes, y cuando a los cuatro años esa mujer sale a la calle y dice «es una bellísima persona» y que «la quiere» entonces le echamos la culpa a ella.


¿Realmente no comprende que hay personas que desean eso voluntariamente? ¿Por qué tratarlos como infrahumanos diciendo que no son racionales y que por tanto no eligen? ¿Sabes lo que es el BDSM extremo 24/7? Puede que la gente que voluntariamente decide ser maltratada por otra nos parezca viciosa o chiflada, pero no debemos de olvidar que son personas cuya voluntad es tan respetable como la nuestra, y que no tenemos derecho a imponer nuestros puntos de vista por la fuerza acerca de aquello que dos personas libremente acuerden entre si. Los sadomasoquistas son tan dignos como nosotros, todo lo criticables que se quiera en sus puntos de vista altruistas extremos, todo lo objeto de ayuda y concienciación voluntaria que se quiera. Pero nada debe de cruzar la línea de la no agresión.

martes, mayo 27, 2008

Profundamente Anarquista

Por Bored Zhwazi

Soy profundamente Anarquista. Esto es más una perspectiva del anarquismo que una especie distinta de anarquismo.

Alguien profundamente anarquista ve al Estado como una ilusión compartida, como una religión, más que como una entidad concreta. En lugar de asumir el gobierno - lo que la mayoría de la gente hace-, alguien profundamente anarquista no asume el gobierno, y trata las acciones de ciertas personas que actúan “en nombre del gobierno” como de meros individuos que actúan bajo la falsa ilusión de trabajar para un organismo rector.

Ya vivimos en la anarquía. Vamos a suponer que los Estados existen. El Estado sólo puede imponer su autoridad allí donde quiera que estén sus agentes (policía) para hacerla cumplir. Debido a que la policía es limitada, el alcance del Estado es de por sí limitado. En cualquier momento, la policía sólo puede controlar una determinada zona limitada. No se les puede ver en todas partes o en todo. De hecho, no pueden estar en la mayoría de los lugares la mayor parte de las veces. A menos que haya un agente de policía lo suficientemente cerca de ti para protegerte, estas esencialmente en un estado de anarquía. En ese momento, puedes actuar sin temor a la actuación de la policía. El hecho de que existan estas situaciones de anarquía debería ser obvio. Sin ellas, el delito sería imposible. Que la gente hoy pueda fumarse un porro, asaltar a un transeúnte, follarse una puta, o realizar cualquier otra actividad ilegal, es debido a que lo hacen en un “estado de anarquía”. El potencial de la anarquía se rompe por la presencia de un agente de policía, lo que lleva a evitar a la policía.

Los Estados son sólo agrupaciones mentales arbitrarias de objetos relacionados cognitivamente (en este caso, las personas y los edificios). "Los Estados" son imaginarios. Las personas que forman el Estado son ciertamente reales.

Si acabamos de asumir que los Estados no existen, y vemos a los burócratas y policías como lo que realmente son, burócratas y policías, personas individuales, que ejercen violencia y autoridad coercitiva sobre los demás, entonces la situación se ve diferente. Las medidas adoptadas por la DEA, más que en situaciones en las que la anarquía ha desaparecido por la acción de la policía, se convierte en abierto y no arrepentido robo entre los individuos que actúan bajo circunstancias anarquistas. Esta es la cosmovisión que resulta desde la perspectiva de un anarquista profundo.

Debo tomar el tiempo necesario para recalcar que la anarquía no significa caos. Esto significa la apatridia. A falta de algún tipo de organismo rector monopólico, la gente seguirá siendo el pueblo sin gobierno. Sus valores no cambian de repente. Gente pacífica seguirá siendo pacífica y las personas violentas siguen siendo violentas. Los violentos no verán una falta de policía como una luz verde para una matanza desenfrenada de inocentes. Especialmente en la anarquía, donde la gente pacífica no se enfrentan al acoso policial y a la prisión por el mero hecho de disponer de los medios más eficaces de defensa propia. La Policía, como se señaló anteriormente, no puede estar en todas partes, y no puede hacer valer su “justicia” en todas partes. La gente en general puede defenderse mejor de lo que la policía puede defenderlos, y ellos pueden defenderse unos a otros, incluso aún mejor. Los violentos, al tiempo que dejasen de temer la aplicación de medidas coercitivas por parte de la policía, de repente tendrían mucho más que temer de la aplicación de medidas coercitivas por parte de las víctimas y otras personas pacíficas. La luz verde para matar spress se convertirá en una luz roja, cuando las víctimas potenciales estén finalmente liberadas para defenderse sin restricciones impuestas por el gobierno. El gangster arrogante y duro reconsidera sus intenciones criminales cuando se enfrenta con potenciales víctimas libres y bien armadas. Puede que sea arrogante y duro, pero no un suicida sadomasochista.

Pregúntate todo lo que puedas. Supón lo menos posible. Cuestiona al gobierno, y no lo asumas sin más, y tú también podrás llegar a conclusiones similares a las mías.

-No intentes doblar la cuchara, es imposible. En vez de eso, pon empeño en comprender la verdad.

-¿Qué verdad?

-Que no hay cuchara.

(Matrix, hermanos Wachowski - min 03:32)

lunes, abril 21, 2008

Pink Pistols (grupos de autodefensa homosexuales)


Además, he añadido 2 Blogs más a la lista de camaradas: Tranarchism, un blog de una agorista y Días sin huella.

lunes, abril 07, 2008

Vuelve Toni Mascaró - ¿Son legitimas las armas de destrucción masiva?

Estamos de enhorabuena, un viejo conocido de la blogoesfera liberal, Antonio Mascaró, el autor de Seny, ha decidido reaparecer con un nuevo blog. ¿Qué decir de Seny?, muchas cosas, pero resumiendo que Matar a Lois sería impensable sin influencias como ese blog. Es una autentica suerte poder contar con esta "nueva" incorporación a nuestros lectores de blogs y listas de enlaces. Además, ahora Toni escribe en el diario Última Hora (edición menorquina), sobre temas económicos, y tiene pensado publicar su columna en este nuevo blog.


De momento ya tiene posteada su conferencia en el I Congreso de Economía austriaca: La teoría del desprendimiento.

Pero ahora me gustaría comentar otro tema en el que no estamos de acuerdo, y así plantear la cuestión para que más personas se unan al debate en cuestión, esto es: la posesión de armas de destrucción masiva.

¿Tiene derecho un individuo (o una empresa, asociación voluntaria o secta religiosa) a poseer un arma nuclear en su propiedad lista para ser lanzada en cualquier momento? ¿Y a desarrollar un arma vírica y extenderla por el mundo (sin agredir a nadie directamente, por supuesto)?

Por defender que este tipo de invenciones son por su propia naturaleza contrarias al Derecho, en tanto no se les puede dar un uso ético, me han llamado "rojo" medio en broma (eso espero).

Toni tiene un relato publicado en su antigua bitácora muy interesante sobre unos chicos americanos que deciden fabricar bombas nucleares, bañarlas en chocolate y venderlas por correo. (Por favor lee esto antes de seguir) Todo legal, muy ingenioso, si, una forma brillante de demostrar que la supuesta seguridad y orden del estado es una farsa, incluso en estos temas de vital importancia. Pero, ¿acaso demuestra esta historia que esta bien producir ese tipo de artilugios y venderlos a quien sea?

El mismo Mascaró nos dice: "Aunque Rothbard era reacio a las armas de destrucción masiva por su propia naturaleza independientemente de quien fuese el titular, al principio la idea le hizo gracia, pero cuando vio como iba desarrollándose la historia el gran economista le sugirió a MG que se tomara unas vacaciones".

Esta postura de Rothbard a mi me parece de sentido común, no debe de confundirse con una restricción a los derechos de propiedad de las personas que posiblemente usen la energía nuclear con otros fines no militares, ni debe entenderse como la refutación de la teoría de los inalienables derechos de propiedad, dado que estamos hablando de un caso excepcional, un objeto cuya única utilidad es la destrucción indiscriminada, algo que no ha surgido, ni surgiría en el libre mercado, puesto que la gente no suele demandar los medios para acabar con el mundo ni cavar su propia tumba (y la de todo aquello que ama) si le dejan elegir en libertad de acuerdo a sus preferencias. Dice Rothbard: "No pueden invocarse los problemas que se le presentan a toda teoría moral en situaciones extremas para invalidar las reglas de las situaciones normales. En cualquier esfera de teoría moral, intentamos articular una ética para el hombre basada en su naturaleza y en la naturaleza del mundo, y esto es cabalmente lo que se entiende por naturaleza normal, por el modo usual de fluir la vida, y no por las situaciones raras o anómalas".

¿Qué quiero decir con esto? Que la posibilidad de destruir varias veces el mundo concentrada en unas pocas personas no es algo usual, que permita una situación de verdadero ejercicio de derechos de propiedad en lo referente a este tema. Se trata de una situación extrema, que no ha surgido de forma espontánea en el mercado, si no que es un producto de la misma concentración del poder.

Creo que resulta interesante traer aquí unas palabras de Rothbard en las que se muestra cual es su postura y en el que intenta demostrar, mediante una distinción, que este tipo de armas no son de la misma naturaleza que las armas tradicionales que si tienen utilidades beneficiosas para el ser humano, es decir que no son contrarias a la ética de la libertad. Y aunque no sea posible asegurar que las armas tradicionales no se usen de forma agresiva sobre derechos de propiedad ajenos (sabemos que ese es el comportamiento generalizado en una sociedad armada, y que esta es un objetivo altamente deseable, pero ese es otro debate), si que existe la posibilidad de que esto sea así y que de esta forma sean una herramienta útil para satisfacer legitimas necesidades humanas.
"Se ha defendido muchas veces, especialmente entre las filas conservadoras, la idea de que el desarrollo de mortíferas armas modernas de destrucción masiva (armas nucleares y bacteriológicas, cohetes, etc.) sólo presenta una diferencia de grado, no de especie, respecto a las armas más simples de las etapas anteriores. Nuestra respuesta es que cuando este grado afecta a numerosas vidas humanas nos hallamos ante una diferencia realmente enorme. Pero la réplica genuinamente libertaria es que mientras que el arco y la flecha o el rifle pueden apuntar directa y únicamente a los delincuentes verdaderos y concretos, no lo pueden hacer las modernas armas nucleares. Y aquí si que hay una fundamental diferencia de especie. Claro está que el arco y la flecha se pueden usar con propósitos agresivos, pero sigue siendo cierto que se les puede asestar sólo contra los agresores. Y no ocurre así, en cambio, con las armas nucleares ni con las bombas "convencionales", lanzadas desde el aire. Se trata de ingenios que buscan, en sí mismos, la destrucción masiva. (La única excepción sería el caso, verdaderamente raro, de que todos los habitantes de una gran área geográfica fueran criminales) Debemos concluir, por tanto, que el uso de armas nucleares o parecidas, o la amenaza de su utilización, es un crimen contra la humanidad para el que no puede haber justificación."

"Esta es la razón de que no tenga ya validez el viejo cliché de que, a la hora de elegir entre la paz y la guerra, el elemento determinante no son las armas, si no la voluntad de usarlas. La característica básica de las armas nucleares es precisamente la circunstancia de que NO es posible hacer un uso selectivo de las mismas, no pueden ser utilizadas según los esquemas libertarios. Por consiguiente, debe condenarse ya su simple existencia y el desarme nuclear se convierte en un bien que debe ser buscado en razón de sí mismo. De hecho, el desarme es, desde todos los puntos de vista de la libertad, la más alta de todas las metas políticas del mundo moderno. Precisamente porque el asesinato es un crimen más odioso que el latrocinio, el asesinato masivo -de tal alcance que puede alcanzar a amenazar a la civilización humana y a la supervivencia misma de la humanidad- es el peor de cuantos crímenes se pueden imaginar. Y ocurre que, en nuestros días, se trata de un crimen perfectamente posible. ¿Es qué los libertarios deben mostrarse indignados por los controles de los precios o por el impuesto sobre la renta mientras se encogen de hombros o defienden incluso positivamente el crimen último y definitivo del asesinato masivo?"

"Si la guerra nuclear es totalmente ilegitima incluso para los individuos que se defiendan de una agresión criminal, lo es mucho más aún la guerra nuclear - e incluso la convencional- entre los estados."

No creo que nos vayamos a convencer un lado al otro, pero es un debate interesante, y yo la verdad es que disfruto con los mismos.

Cambiando de enfoque, pero no de tema, y aprovechando que ha salido, ¿no deberíamos hacernos una reflexión con nosotros mismos? La guerra fría a terminado, pero ¿realmente se ha acabado la pesadilla nuclear?



Las armas de uso discriminado son las propias de los individuos y las de destrucción masiva, de los estados. Una sociedad libertaria que se muestre indiferente ante estas monstruosidades no permanecera como tal durante mucho tiempo. A3.

jueves, diciembre 20, 2007

Las armas no matan


Por una vez le doy la razón a la "CIA" XD.

miércoles, octubre 03, 2007

cine: Alegato a favor del derecho a portar armas en Death Proof



¿Os habéis fijado en el pequeño alegato a favor del derecho a portar armas que aparece en la ultima película de Quentin Tarantino "Death Proof"? Hace tiempo que me voy fijando en los guiños a la cultura libertaria americana, y sobre todo al tema de las armas, que aparecen en su filmografía.

Creo que las palabras de sus personajes describen muy bien la
sensación de inseguridad que padece mucha gente debido a la indefensión a la que se ve sometida por el régimen de monopolio que el Estado disfruta en el mercado de la seguridad.

Genial, nada de ser políticamente correcto, sino mostrar la realidad. Por eso, entre otras cosas,
me encanta este director.

Os he transcrito el fragmento del guión.

(Las chicas se encuentran de paso en una cafetería contandose anecdotas)


Zoe: ¿Y qué tía aun llevas una roscoe?

Kim: ¿A ti que te parece? (mientras se la enseña disimuladamente)

Zoe: me mola colega

Kim: Lo había notado

Lee: ¿que es una roscoe?

Zoe: es una pistola

Lee: ¿Vas armada?

Kim: Aja

Lee: ¿Tienes licencia?

Kim: Si, cuando me hice agente del servicio secreto me dieron la licencia (Lee se rie)

Lee: No sabia que fueras.... ¡vale!, no lo he dicho ¿vale? ¡dejad de mirarme!, ¡no lo he dicho!. (pregunta a Abernathy:) ¿tú sabias lo de la pistola?

Abernathy: Si. ¿que si estoy de acuerdo? ¡no!, ¿si lo se? si

Kim: Oye, no se en que utopia futurista viviras tú, pero en el mundo en el que yo vivo ¡necesitas un arma!

Abernathy: Parece que no entiendas que es un hecho, el que le disparan más a menudo a la gente que va armada, que a la que no lleva nada.

Kim: Y parece que tú no entiendas que es un hecho que si bajo de noche a la lavandería de mi edificio las veces suficientes es muy posible que me violen.

Lee: No laves la ropa de noche

Kim: ¿Que coño? quiero lavarme la ropa cuando me de la puta gana hacerlo.

Abernathy: Se pueden llevar otras cosas aparte de una pistola. Gas pimienta...

Kim: ¡Ah! un hijo de puta intenta violarme ¿y yo voy y le provoco una erupción? Lo que quiero es cargarmelo. (risas)

Abernathy: Bueno, ¿y que tal una navaja?

Kim: Ya. ¿Sabes lo que les pasa a los que llevan navaja? .........¡Que les pegan un tiro!. Mira, si algún día llego a ser una actriz famosa, ¡no llevare pistola!, contratare a un menda que lo hinche a ostias y que sepa que hacer. Pero hasta ese día, ¡es el lejano oeste guapa!.

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