Suena:
Hace tiempo yo era un cargo local en nuevas generaciones del partido popular, trabajaba duramente casi a tiempo completo por el triunfo de aquellos que yo pensaba que defendían lo mismo que yo: La Libertad. Algo tan simple, pero a la vez tan necesario para el bienestar y la felicidad de los seres humanos. La historia nos ha enseñado más allá de cualquier duda que la libertad de asociación y comercio es siempre preferible al caos y a la arbitrariedad del ciego poder centralizado. No solo eso, si no que el ser humano necesita de la misma para desarrollar sus potencialidades, y que su naturaleza no puede ser moldeada a su gusto por un grupo de iluminados. Allí donde se intenta acabar con el mercado este siempre resurge por donde menos se lo esperan los planificadores, meros saqueadores que necesitan parasitar de la creación de valor, que ellos mismos destruyen con su actuar, en un círculo vicioso que ya dura demasiado tiempo.
Creía en el sistema. Yo era un liberal minarquista, sabía que el sistema tenia muchos errores e imperfecciones, pero en definitiva creía que era algo mejorable pero legitimo. Creía que la democracia podía funcionar como vía a la reducción del peso del estado. Que las ideas liberales eran tan evidentes y a la vez revolucionarias que se implantarían con rapidez en un partido popular, que arrastraba muchos vicios del pasado, pero al que miraba esperanzado, en contraste con el vil saqueo del progresismo.
Y ese problema es el estado en si mismo. No existe ninguna razón para mantener un monopolio violento en ningún ámbito de la vida, en ningún servicio ni en ninguna actividad. Debajo de las apariencias e idealizaciones presentadas en los medios oficiales y en los textos de normas positivas, los seres humanos tendemos a vivir en base a instituciones espontaneas allí donde el estado no ha logrado que el coste para los individuos del desarrollo y uso de las mismas se haya vuelto desorbitado. Además uno no puede decidir que grado de estado desea, puesto que por definición el estado se basa en la imposición a la minoría más reprimida del mundo, el individuo. Existe un conflicto de clases. No un conflicto como el que creían marx, si no un conflicto basado en el poder del estado, en el cual existen unos que producen y otros que por la fuerza se apropian de parte (o toda en los regímenes totalitarios) de esa producción parasitando, engordando a sus siervos como amos con su ganado. Dándonos pan y circo, una compleja y antigua red de mentiras y propaganda para legitimar su dominio sobre una sociedad engañada para no ser consciente de que es esclava del poder.
Las antiguas bandas de malhechores - de las que los políticos y sus grupos de presión son herederos modernos - un día se dieron cuenta de que necesitaban dar cierto grado de libertad a sus esclavos (eso si una libertad controlada y vigilada), para que así el monto de lo sustraído y el bienestar de las barrigas complacidas que los servían en la ignorancia de su condición fuera mayor. ¿Por qué matar a la gallina de los huevos de oro?. Así, como en el la trilogía de los Hermanos Wachowski, el hombre contemporáneo vive en una prisión que no puede oler ni tocar. Por supuesto que no se trata de un mundo virtual, ni esta conectado a una maquina, claro. Esa prisión es obra de los intelectuales del estado. En su día fueron clérigos corruptos y los juristas del rey, en la actualidad son, usando la denominación de Rothbard, los pensadores populistas socialdemócratas, quienes expanden la religión de la sumisión al estado. Esta prisión para la mente de los esclavos hace que le resulte imposible imaginarse una sociedad funcional o justa sin el poder criminal del estado. ¿Acaso no se morirían en masa los pobres? ¿Acaso los fuertes no se impondrán a los débiles sin una autoridad central a la que todos se sometan? ¿Quien hará las carreteras?.... Todas estas preguntas son el salmo del gran hermano, que te esta induciendo a amarle aún estando en su potro de tortura.
“Pero ¿con qué se reemplazaría al estado?” La pregunta revela la incapacidad para imaginar a la sociedad humana sin estado. Parecería que la institución que ha acabado con 200 millones de vidas en un siglo difícilmente necesita ser “reemplazada”.
"Los cristianos, y en especial los americanos, han vivido engañados debido a su buena fortuna. Desde la conversión de Roma, la mayoría de los gobernantes occidentales han estado más o menos inhibidos por la moralidad cristiana (aunque, como uno puede darse cuenta, a menudo encontramos gobernantes no tan inhibidos), e incluso las guerras fueron más o menos civilizadas durante siglos; y esto produjo la suposición de que el estado no es necesariamente algo malo. Pero a medida que esa moralidad se aleja de la cultura, como está sucediendo rápidamente, esta confusión se disipará. Podemos esperar cada vez más que el estado exhiba su verdadera naturaleza".
"Para mí, todo esto ha sido cualquier cosa, menos una conclusión grata. Extraño la serenidad del que cree vivir bajo un buen gobierno, diseñado sabiamente y benévolo en sus acciones. Pero, como dice San Pablo, llega el momento en el que hay que deshacerse de las creencias infantiles."
Es cierto que yo me baje del barco pepero asqueado hace algún tiempo, convencido de las bondades y sobre todo del realismo de la visión anarquista de mercado (y añado que de un tiempo a esta parte he evolucionado a posiciones agoristas, como es sabido). Algunos me tomaron por un loco. Aún amaban al líder, aún hacían culto en el fútil altar nihilista del mal menor.
Pero esta semana el mismo Rajoy ha roto la mentira, se ha descubierto. Lo que algunos ancaps locos ya sabíamos. Es tiempo de tomar una decisión, ahora que parece que existe una alternativa que dice ser liberal representada por Esperanza Aguirre. ¿Vamos a aceptar las mismas promesas vanas de siempre de que "algo se hará" por la libertad para volver a humillarnos apoyando a un líder político? ¿Van a hacerle el juego los anarquistas a Esperanza a cambio de nada?
Yo os propongo una cosa, si Esperanza quiere algo de nosotros que nos de lo que realmente queremos, la posibilidad de secesionarnos. La posibilidad de por lo menos vivir en paz nuestras vidas y producir en libertad. Que nos den tierras, e inmunidad jurídica en las mismas para desarrollar nuestro derecho privado y nuestras propias instituciones. Una ciudad libre en alguna de las tierras robadas del monopolio. Entonces se vería si el libre mercado funciona o no, y podríamos llevar una vida en libertad aunque la mayoría permanezca dependiente.
Por supuesto Espe nunca permitiría eso. Pero debería de ser lo mínimo que un anarquista que no quiera servir al error que condena debería de exigir para apoyarla. En caso contrario que se vaya al infierno con todos los de su calaña saqueadora.
No cometamos dos veces el mismo error. Nosotros no los necesitamos, son ellos los que necesitan la sanción de las víctimas para sobrevivir. Hemos de dejar de pensar en términos de legal/ilegal, y empezar a pensar en términos de viabilidad y de rentabilidad. Cuantos más cerebros se dediquen a eso en vista a su propio lucro, mayor grado de desprendimiento del estado podremos disfrutar los defensores del Derecho. Hemos de olvidarnos del ruedo político, solo es espectáculo para esclavos, polvo y humo para hacernos perder el tiempo en lo que es vital: la creación de contra-instituciones que permitan a la gente abandonar esta locura colectiva, la apertura de nuevos mercados, el descubrimiento de nuevos modelos de negocio. Y esto, la contraeconomía es lo que realmente debería temer la clase dirigente. Es fácil para ellos corromper un partido de idealistas, les resulta sencillo aplastar a una rebelión violenta desarmada y desorganizada, que no tiene sus propias instituciones que defender, por las que luchar y en las que refugiarse.
Se acercan tiempos de cambio, tiempos de crisis, tiempos posiblemente turbulentos, en los que el poder del estado se tambaleara, crecerá el descontento y el estado mostrara su verdadero rostro ante todos. Esto es, una oportunidad, puede que este sea uno de esos momentos en los que la historia se acelere y las semanas se conviertan en años, o puede que no y el caos del estado aún de la lata. Depende de nosotros, aunque realmente es algo irrelevante, vivimos en el ahora y es aquí donde queremos la libertad, nadie nos la va a regalar, hemos de conquistarla con nuestras manos y mentes.
La elección es el problema central, espero que sepáis hacer lo correcto. Espero que este texto no os haya parecido demasiado iluminado, no es esa su intención, no pretendo liderar ni guiar a nadie, así no funciona el agorismo.
Salud y libre mercado (pero de verdad). A3!
"Sé que tenéis miedo. Nos teméis a nosotros. Teméis del cambio. Yo no conozco el futuro. No he venido para deciros cómo acabará todo esto. Al contrario, he venido a deciros cómo va a comenzar. Voy a colgar el teléfono y luego voy a enseñarles a todos lo que vosotros no queréis que vean. Les enseñaré un mundo sin vosotros. Un mundo sin reglas y sin controles, sin límites ni fronteras. Un mundo donde cualquier cosa sea posible. Lo que hagamos después es una decisión que dejo en vuestras manos".
6 comentarios:
Dios, me estoy imaginando a cinco ancaps en el despacho de Aguirre diciendo "tu verás si quieres contar con nosotros o no" y ella diciendo "vale, vale ¡lo que queráis!"
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Fonseca
Nadie habla de eso, se trata de una propuesta hipotética, que es lo mínimo aceptable para apoyar a Esperanza.
Pero, pese a todo, no deja de tener gracia tu interpretación. Pero no es eso.
Estos del PP ya no me venden más la moto de la "libertad", hace tiempo que está seriamente averiada.
Saludos.
O, dicho en un par de lemas:
Salgan de nuestras vidas.
Devuelvan su dinero y su libertad a la gente.
Mónica
¿Y si le hacen la propuesta formal? En carta abierta, pública, y si no responde, insistirle públicamente, a través de periódicos, para que más gente se entere. Aunque haya sólo 5 ancaps en toda España, esos cinco individuos pueden hablar, y si hablan fuerte obtendrán respuesta de Esperanza Aguirre.
wg: Creo que para lo único que serviría es para darle en bandeja todos nuestros datos personales bien juntitos.
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